domingo, 27 de agosto de 2006

Cadbury Moro Bar

De mi estancia en Irlanda lo que más me marcó fue el descubrimiento de los nuevos sabores del pais. La leche y la mantequilla, el pan y el chocolate, las galletas de toffe y nutella, la tarta de ruibarbo...
Me convertí en una adicta de las chocolatinas "Moro" que desgraciadamente (o afortunadamente) es uno de los pocos productos "Cadbury" que no se comercializa en España. Recuerdo comerme uno tras otro los moros escondidos en el bolsillo de mi cazadora. Y ese pan al que llamaban "Brown bread".... el recuerdo de esos sabores se quedo dormido en mi memoria esperando volver a saborearlos algún día. En todos estos años (ya son más de diez) no he encontrado chocolatina igual ni hogaza de pan comparables a aquellos de Irlanda.
Mi amigo Eze se ha ido de vacaciones a Dublin, y ayer me sorprendió con una bolsa llena de regalos que ha traido para mi cumpleaños. Ya no me sorprende lo mucho que me conoce, los regalos son perfectos para mi, todo era exactamente lo que Lucia Gemma Merino hubiera deseado. Entre otras cosas, Eze me trajo chocolatinas Moro y una hogaza de "Brown bread" recién comprada en una panadería. Después de volver a saborear el pan con mantequilla, los recuerdos de mí misma tomándolo en la casa de Monkstown empiezan a perder fuerza, y el nuevo recuerdo de Eze regalandome la hogaza en una bolsa de papel marrón se extiende.
Me pregunto ¿A donde van los recuerdos cuando se olvidan? ¿Se reescriben en la cabeza indiscriminadamente? En algún lado leí que nuestro cerebro es un disco duro con una capacidad limitada, y que los recuerdos se van borrando según la importancia que tengan. Si pudieramos recordar todo lo que hemos vivido nos estallaría la cabeza.
Así como guardamos información en diskettes para hacer sitio en el ordenador, escribir un diario hace que los recuerdos se queden grabados por escrito y que puedas olvidarte de ellos sin peligro de que desaparezcan para siempre.