jueves, 20 de diciembre de 2018

Casados desconocidos

Bartek no ha sido mi primer marido. Estuve casada mucho antes con un chico que se llamaba Raúl Salinas y que ceceaba al hablar. Creo que era pelirrojo y tenía la cara llena de pecas. Ocurrió en preescolar, cuando teníamos 5 años. Allí las cosas eran mucho más sencillas. 

-¿Quieres ser mi novia? 

-Vale!

Y después de un tiempo de noviazgo que en esa época me parecería una eternidad, Raul y yo nos casamos.

La ceremonia ocurrió durante la media hora de patio. Al colegio le rodeaban unas calles valladas y pintadas de verde, en la parte de atrás había un porche techado con columnas. 

Primero nos agrupamos los chicos por un lado y las chicas por otro para prepararnos. En el cubo de basura encontramos papel de plata para hacer los anillos y una bolsa de plástico transparente para hacer mi velo de novia. Martita, que era mi dama de honor, me coloco la bolsa en el pelo con unas horquillas de clip. 

Luego nos juntamos todos, chicos y chicas, en el porche trasero. Un cura improvisado nos casó, yo le iba diciendo lo que tenía que decir tal como lo había oído en las películas de la tele. 

Cuando dijo aquello de “yo os declaro marido y mujer” Raul y yo nos dimos un beso, corto e inocente. Ahora que lo pienso... aquel fue el primero. Y nadie volvería a besarme hasta 14 años después. Un largo tiempo de espera para haber comenzado tan pronto...

Los novios recorrieron el patio del colegio dando vueltas al edificio cogidos de la mano, el séquito corriendo detrás de ellos. En mi memoria lo recuerdo todo de forma idílica, mucha emoción y alegría, como una película de Fellini llena de imágenes perfectamente encuadradas.  

Este episodio de mi vida me ha asaltado esta mañana mientras caminaba por mi antiguo barrio camino de la peluquería. He pasado por delante del portal de Raul y me he acordado de nuestra boda ¿Que habrá sido de él? Es posible que nos hayamos cruzado alguna vez por la calle y no nos hayamos reconocido, dos personas casadas que, como muchas otras parejas, se han convertido en desconocidos. 



miércoles, 24 de octubre de 2018

I can’t get last night out of my head

El puente del Pilar fuimos a Zaragoza invitados a la casa de Moisés y Sandra.
La idea era hacer turismo rural y ver el ambiente en fiestas, que en realidad no me apetecía mucho. Por eso cuando Moises dijo que tocaban los Wave Pictures en La Lata de Bombillas me entró un subidón y no tarde en contagiar el entusiasmo. 

Había ya visto a los Wave Pictures en Castellón, y recordaba que era un grupo muy divertido con melodías pegadizas, así que cuando llegamos al local me apresuré a coger sitio cerca del escenario para poder verles bien. La Lata de Bombillas es un local pequeñito, con un mini escenario que apenas tiene dos palmos de alto, por lo que puedes ver a los artistas cara a cara mientras tocan. 
Para este concierto, había un grupo telonero con un nombre rarísimo. No tenía muchas ganas de ver pachanga y solo esperaba que acabaran pronto para escuchar a los Wave Pictures.

De repente, un jovencito alto, delgado, de pelo largo y enmarañado, con unos pantalones blancos subidos casi hasta la cintura, y camiseta metida por dentro, subió al escenario agarrando una guitarra acústica. Parecía parte de los hermanos Hanson, pero no tuve tiempo para más ideas preconcebidas porque nada más subir se marcó una nota con la guitarra y de su boca salió la voz más bonita que he escuchado nunca en directo. Fuerte, marcada, perfecta.... Elena y yo nos miramos. ¡¿Quien es este ser extraño y maravilloso?! Su nombre es Didirri, un veinteañero que viene de una pequeña ciudad Australiana, donde no hay mucho que hacer. Siendo joven optó por la música en lugar del deporte, y tras varios intentos en el mundillo, una de sus canciones llegó a la radio, y... ¡Alehop!

A cada canción, Didirri le hacía una introducción, explicaba la historia de la letra, siempre parte de su vida, y a quien estaba dedicada: a su ex-novia, a su madre, a su hermana, a su amor... y con cada canción se iba retratando a sí mismo, un alma pura, una persona sin maldad, transparente como el agua, inocente como un niño. ¿Como es posible que existan aún personas así? Mi primera reacción fue desear que la vida de músico y la fama que le va a aplastar muy pronto no le corrompan.

Didirri encandila con su voz y con sus letras. No pude dejar de sonreír durante las 6 canciones que nos regaló aquella noche. Su música tiene aún el toque de artista amateur, canciones que no salen forzadas, que son realmente fruto de la inspiración natural, esa que no tienes que ir a buscar, sino que está ahí, a flor de piel, como cuando éramos jóvenes y todo era descubrimiento y magia. Esa Magia... esa Magia.... ¡Dios como echo de menos esa magia!

Después del concierto repartió abrazos gratis y en su discurso de despedida explicó que quería dejar amigos por todas partes, para que luego, al volver de gira al mismo lugar, fuera como volver a casa.

Los Wave Pictures me supieron a poco. Y no me pude quitar a Didirri de la cabeza en toda la noche.

martes, 2 de octubre de 2018

Montaña rusa

Es curioso como antes no encontraba tiempo para nada y me parecía que el trabajo engullía mi vida entera. Y ahora... no dejo de hacer cosas y siempre encuentro hueco y energía para todo. 
Clase de idiomas, Lindy Hop, un vermut con los amigos, reunión del club del libro, película con palomitas y gominolas, visita a mis padres, Yoga, preparar el tupper para el día siguiente, salir a caminar, un baño en el mar...

¿Que ha cambiado? Es como si el reloj fuera de chicle y las horas se alargaran a mi antojo. 
Lleno mi agenda de actividades y tengo la sensación de que por fin mi vida tiene sentido. 
Estoy pasando por una buena racha y soy consciente de que he pasado ya por unas cuantas en mi vida, y que las cosas cambian... 

Suben y bajan como en una montaña rusa. Pero ahora estoy arriba, contemplando el paisaje desde las alturas, y el viento me da en la cara y me hace sentir inmortal. 

De la caída... ya me ocuparé más tarde.

lunes, 13 de agosto de 2018

Vacaciones

Las vacaciones han empezado bien, y continuan mejor aún.
Salimos el viernes directamente del trabajo. Conseguí dejar todo medio explicado y eso ha hecho que me vaya más tranquila.
No se si fue por la emoción, pero el viaje a Zaragoza se nos hizo muy corto. Casi sin darnos cuenta llegamos al hotel Tulip Inn que me recordó a los viejos hoteles de Las Vegas que aparecen en las películas. No estaba mal para pasar una noche, pero se nota que había conocido tiempos mejores.
El hotel estaba en las afueras, y como no queríamos pillar el coche para ir a cenar, acabamos tomando una hamburguesa en un McDonalds abarrotado de gente gritona. Comimos y volvimos. Me di un baño como siempre que hago cuando encuentro una bañera en mi camino, y nos quedamos dormidos viendo “Crimen en el Paraíso”.
Al día siguiente desayunamos en Utebo, siguiendo el camino. Nos dimos cuenta de que estábamos en un mundo distinto al nuestro porque nos pusieron un churro para acompañar el café. Qué rico!
Nos encontramos atasco, pero el paisaje verde y montañoso nos aconpañaba y calmaba.
Llegamos a San Sebastián y el tráfico nos agobió mucho hasta que conseguimos aparcar. Atención! La zona azul es gratuita los sábados! Yo pague igual por idiota.
Comimos en un restaurante con azulejos vintage llamado la Rebotika que tenía poco de Vasco, pero que nos gustó mucho. La especialidad era platos a la brasa y nos comimos unos mejillones con sabor a churrasco que me encantaron.
Después paseamos por la playa de la Concha, vimos por fuera el palacio de Miramar, y soñamos con la vida allí. El paisaje era precioso, aunque lo estropeaba el hormiguero de gente que iba y venía invadiendo el espacio.
No tardamos mucho en seguir camino.
Esta vez si que se Joana hizo un poco pesado, se notaba la operación salida y había atascos y tráfico por todas partes. La autopista era un reguero de coches esquivándose los unos a los otros.
Pero llegamos a la casa de Emma y Jean Pierre sin problemas y Justo a tiempo para la cena.
Emma tiene un don para cocinar, su relación con loan alimentos es tan Harmoniosa que parece que cocine haciendo trucos de Magia. Todo sencillo, todo sano, todo delicioso. Y como ya era tarde, después de cenar nos fuimos a la cama.

Emma y Jean Pierre viven en una casa que está a las afueras de HIersBrouage, un pueblecito en mitad del campo. Tienen una casa preciosa, amplia, minimalista y decorada con mucho gusto. Me encantan los manteles de colores, la cocina perfectamente equipada, las tazas y platos diferentes y estampados. Todo en esta casa respira alegria y paz.
Todas las habitaciones tienen luz,  que entra a través del amplio jardín. ¿Cuantos metros? Quien lo sabe, el final  se pierde con la vista. Un huerto con tomates y frambuesas, árboles de distintas especies, ranas y flores. Todo rodeado de un maravilloso silencio. Me muero de gusto!

El domingo lo pasamos visitando mercadillos, comiendo mejillones en la playa y paseando bajo el sol. La marea estaba baja, pero poco a poco fue subiendo y nos atrevimos a bañarnos. El agua más fría del mundo! Aunque Bartek insiste que embargo Bretaña estará más fría aún.
Mención especial al murmullo que se escucha en los mercadillos y me la playa. La gente no grita. ¿Por que en España somos tan escandalosos? Que bien se estaba entre gente civilizada...

Cenamos en el jardín. Emma preparó mi tarta preferida de Ruibarbo. JeanPierre nos enseñó un par de Catas de Taychido y hablamos de la vida, del alma de filosofía y de películas d en Ciencia ficción.
Creo que podría vivir así siempre.

Lunes, esta mañana ha llovido, pero solo un momento. Hoy será un día tranquilo y nos dedicaremos a hacer nada. Mañana ya tocará mover el culo.

jueves, 9 de agosto de 2018

Los molinos de la provincia de Castellon

Pues este fin de semana pasado, nos hemos animado a asistir a la X feria de turismo de montaña que tenía lugar en la Serra de Engarceran. Ofrecían acampada libre en el monte, al lado de la piscina, y había puestos de comida ambulante, mercadillo y conciertos.
Me gusta ir de camping, aunque hay muchas cosas que pueden estropear la experiencia,  como el infernal calor, las moscas, los vecinos escandalosos y el olor a estiércol que aparecía a oleadas recordándonos a todos que había una granja de cerdos al girar la esquina.
Puntos fuertes: probamos una tapa de chorizos argentinos riquísima. Me compre unas zapatillas de senderismo Salomón que son exactamente lo que andaba buscando y vimos un concierto homenaje a Elvis!
Otro momento memorable del fin de semana fue la excursión a pie por la sierra para visitar unos grabados rupestres en un abrigo de la montaña. Nos acompañaba un guía jovencito, lleno de energía y de historias interesantes que nos contó con entusiasmo la evolución del hombre desde los inicios de los tiempos. Consiguió trasladarnos al pasado y entender muchas cosas de la historia. Fue una excursión fantástica, a pesar de que el camino era costoso y hacia un sol que asesinaba.
En la excursión coincidimos con un señor entrañable de 78 años de les Coves con el que compartimos el camino. Empezamos a « parlar i parlar » y como quien no quiere la cosa, nos acabamos contando la vida.
El hombre venia de una familia de labradores, y no había empezado a estudiar hasta los 9 años. Pero a pesar de eso, se sacó la carrera de magisterio y ganó una plaza de profesor de matemáticas en una escuela de línea de valenciano. Tuvo que pasar por pruebas de idioma que le imponía el sistema ya que a pesar de haber hablado valenciano toda su vida, no tenía un título que lo acreditara. ¡Cosas absurdas de la vida!
Nos contó que cuando se casó con su mujer, se fueron en coche de luna de miel por Europa. Sus familias pusieron el grito en el cielo porque en aquella época parecía muy arriesgado. En Francia le pusieron problemas porque en el pasaporte de ella ponía casada y en el de él, que no se lo había renovado aún, ponía soltero. En Italia se les estropeó el coche, y como era de marca española le dijeron que tardarían semanas en recibir la pieza de repuesto.
Todo esto me lo explicaba el buen hombre utilizando palabrejas y acentos de cada idioma según correspondiese. Un montón de aventuras. Toda una vida!
Le pidieron que escribiera en el periódico de su pueblo, y como no quería hacerlo sobre ningún tema político para que no hubiera enfrentamientos, decidió escribir sobre los molinos. Cada semana un artículo, cada artículo un molino. Y con el tiempo dio conferencias y escribió varios libros sobre el tema. Conseguimos llegar al pueblo de vuelta y nos apuntamos a otra excursión (esta vez en autobús) para ver unas cuevas llenas de estalactitas.
El fin de semana acabó y se quedó todo en un recuerdo lleno de picaduras de mosquito.
Pero hoy me ha vuelto todo a la memoria porque he recibido en el trabajo un Libro de Benjamí Barberá “Molins Fariners d’Aigua de la provincia de CAstello”
Con una desicaroria preciosa que me ha alegrado el día.
Y me he puesto a leerlo y a enseñárselo a mis compañeros que coinciden conmigo en que es una joya.
Voy a usar el libro para dos objetivos: practicar el valenciano, que después de esta excursión le he cogido cariño, y visitar cada pueblo de la provincia en busca de los molinos. Y de cada uno leeré su historia y curiosidades en el libro de Benjamí.


sábado, 9 de junio de 2018

Los héroes de nuestra vida

El Capitan de Tráfico de Lugo se fue a Portomarín a pasar el día con su mujer y sus tres hijos de 4, 6 y 7 años. Era un sábado de Septiembre de 1970. El capitán no había pedido permiso para salir de su destino, pero como no estaba de servicio y estando a 30 Km de Lugo, tomó el riesgo para aprovechar ese día tan bueno, y dejar que sus hijos disfrutaran de los últimos días del verano. La vida son riesgos, y el Capitán siempre con buen juicio, sabía cuando podía tomarlos. 

Allí estaban, en la piscina nueva de Portomarín, tumbados en unas hamacas, los niños jugando en los columpios, algunas personas más, haciendo lo mismo...  un día tranquilo en la Tierra. La paz la perturban un grupo de personas celebrando algo, bailando y bebiendo al lado de la piscina.
De repente una mujer del grupo sale del agua gritando: "¡Socorro!, ¡Se está ahogando!", el Capitán se levanta y se acerca corriendo. 
Hay personas alrededor, todos mirando dentro de la piscina. En el fondo, a dos metros de profundidad, se ve una figura oscura, quieta, dormida, como un peso muerto. El Capitán piensa rápido: "No soy buen nadador, en la academia militar nadie pensó que fuera necesario aprender a nadar. Si me lanzo a cogerlo y por alguna razón me agarra y no puedo subirlo, moriremos ahogados los dos. ¿Y que hará entonces mi familia?" Con el rabillo del ojo ve que hay unas doce personas. Nadie hace nada, pero él ya está en marcha. Corre al coche que lo tenía aparcado a unos metros y saca del maletero una cuerda que llevaba en caso de que necesitara que lo remolcaran. En 1970 las grúas no eran fáciles de encontrar, y el Capitán siempre ha sido muy previsor. Corre con la cuerda a la piscina, cada segundo cuenta, se la ata a la cintura y le da el otro extremo a su mujer y a sus hijos. Sin pensarlo más, se lanza de cabeza al agua, sabe que necesita tirarse con fuerza para llegar, si se queda a mitad no conseguirá nadar hasta el fondo, pero... ¡Lo ha conseguido! en un segundo ya esta al lado del hombre que permanece inerte. Le agarra de las muñecas y su familia que está viendo la maniobra a través del agua, empiezan a tirar de la cuerda. Nada más llegar a la superficie, lo sacan entre todos, está inconsciente y no respira. El Capitán comienza la maniobra de recuperación, presiona con fuerza los pulmones, no hay reacción pero insiste. Después de unos segundos que parecen horas, empieza a salir agua por la boca del hombre, y de repente con una tos recupera la consciencia. Está aturdido, pero puede hablar. Todo ha pasado tan deprisa que sus amigos están en shock. Alguien ha llamado a urgencias, y aparece la Guardia Civil. El Capitán ve acercarse a un Sargento y con pocas ganas de dar explicaciones le dice a su familia que recojan. "Solo faltaba que saliera mi nombre en las noticias para que mis superiores me pregunten que estaba haciendo yo allí." Para él, su actuación no era más que cumplimiento del deber y no quiere reconocimiento alguno. Así que desaparecen en mitad de la confusión antes de que nadie le pudiera dar las gracias por salvar la vida a un hombre.

El Capitán de Tráfico Merino tiene ahora 82 años y se jubiló de Coronel con muchas más hazañas a su espalda. Pero de esta historia me acabo de enterar ahora, y solo porque a mi hermano se le ha ocurrido comentarlo en un chat a raíz de un viaje a Portomarín. "Allí fue donde papá salvó a un hombre de ahogarse"

A veces los héroes están más cerca de lo que pensamos.

sábado, 14 de abril de 2018

El Titanic se hundió en Abril

Hoy antes de media noche, se cumplen 106 años del choque del Titanic con el Icberg. 
Mi abuela Pepa tenía entonces 14 años ¿Qué pensaría ella? Escucharía la noticia en la calle? ¿Lo hablaría con sus amigas de la aldea? ¿Rezaría con su corazón inocente por las almas de las víctimas? 
Pues no lo se...  
Me doy cuenta de que no se casi nada de mi abuela. A pesar de lo mucho que la quería, y del tiempo que pasé con ella (que fueron más de 20 años) no la llegué a conocer del todo. Y ahora me invade la curiosidad... 
Llegada al meridiano de mi vida, no hago nada más que pensar en el pasado, y quisiera conocerlo todo, cada historia, cada secreto, cada sentimiento oculto... Y pregunto, y escucho y trato de retener la información para poder hacerme una idea de lo que eran otros tiempos, aquellos que han desembocado en nuestras vidas, que han hecho que mi camino acabara aquí, un sábado de Abril, ventoso, semi-soleado, en Benicassim, escribiendo en mi ordenador y pensando en el hundimiento del TITANIC.


El tiempo es Elastico, cada vez me parece más cierto. Con los conocimientos y la práctica adecuada podemos hacer que un minuto se convierta en una hora, y que los días pasen lentos y la vida sea eterna, como los veranos de nuestra infancia en los que percibíamos julio y agosto como un año entero. Recuerdo estar en clase, en segundo de EGB, en 1983 y al escribir la fecha en el cuaderno, pensar que debíamos de estar en 1985 porque me parecía que habían pasado ya un par de años en los últimos meses.
Esa sensación es la que quiero volver a tener, la de desorientación, como si el tiempo que han inventado los hombres no pudiera medir mi vida. Tener mi propia escala, llevar mi propio reloj, elegir la edad que tengo y el año en que quiero vivir. 

Naturalmente, no es posible. Al menos en este mundo...