sábado, 7 de septiembre de 2019

Mañanas negras como el carbón.

Una compañera de trabajo me trajo el viernes la autobiografía de Brett Anderson, mi ídolo de juventud. Ya sabía que existía, pero me había negado a leerla por miedo a que ocurriera lo que finalmente ha ocurrido: la historia me ha sumido en un lago negro y profundo de melancolía.

La primera entrada de Suede en mis diarios es del 14 de Septiembre de 1993, pero tengo un vago recuerdo de haberme enamorado perdidamente de ellos la primera vez que vi el video de Animal Nitrate en Febrero del mismo año. El CD de su primer LP está manoseado y desgastado porque no dejaba de escucharlo y de leer las letras para intentar adivinar el significado que había escondido detrás de cada linea.
Fue el comienzo de mi identidad musical. Mi amor por ellos bien lo conocen todos los que me acompañaron en esa etapa de mi vida. Mi hermano Gonzalo me enviaba los singles desde Madrid por correo (¡Querido Gonso!)
Escuchaba todos los programas de Radio 3 con la esperanza de que sonara alguna canción o hablaran del grupo en algún momento. Me compraba revistas inglesas y recortaba cada pequeño artículo relacionado con ellos. Antes la información no era tan fácil de conseguir, no existía internet, y había que rebuscar mucho. Me gustaban tanto que me fui sola a un concierto de ellos en Valencia entre semana, sabiendo que al día siguiente no iría a clase y me perdería varios exámenes. Tengo pequeñas imágenes de esa noche en la mente, y la sensación de que fue mágica a pesar de los problemas que me trajeron después en el instituto y con mis padres. Pero valió la pena.
Por aquel entonces aun no eran tan famosos, la sala era pequeña, les podía ver perfectamente en el escenario. Aquel acontecimiento ha formado siempre parte de la historia de mi vida.
Pocos meses después Suede salió en portada de una revista adolescente con un artículo enterito sobre ellos. Empezaron a sonar por todas partes, les gustaba a todo el mundo, se hicieron famosos y sus canciones se escuchaban en las horas punta y en los locales de moda. Dejó de ser algo solo mío y perdí el interés.

Unos cuantos años más tarde, en el verano de 2002, trabajé en la organización del FIB y un día, a la hora de comer, cogí un racimo de uvas del catering de trabajadores y me fui a dar un paseo por la campa del escenario verde que estaba vacía porque no habían abierto aun las puertas.
No había nadie, un espacio enorme y vacío, muy soleado porque era mediodía.
Había un grupo haciendo la prueba de sonido y me acerqué por curiosidad. Eran ellos. Y allí me quedé yo, sola en frente de Brett, viendo como cantaba y daba instrucciones para el sonido.
Empezó a venir más gente, más trabajadores, y pronto apareció el gran jefe en una moto, de las que utilizaban para moverse por el festival, para echarnos a todos. No podíamos molestar a los músicos.
En ese mismo festival, los ví salir del camerino hacia el escenario, y me subí al backstage mientras tocaban para ver a Brett cantando con energía por la espalda, y el gran público enloquecido, miles de personas en frente de él, coreando y aplaudiendo al ritmo de sus canciones.
Pero en aquel entonces... ya no me emocionaba. Ya no era el grupo que yo había descubierto en mi adolescencia. Y recuerdo escribir en mi diario después del evento: "si alguien me hubiera dicho a los 16 años que iba a verlos tocar para mi sola, no me lo hubiera creído"
En cualquier caso, ahora se cierra un círculo. Con las memorias de Brett, que ha sido padre el año pasado y quiere dejar testimonio escrito de quién es él para cuando su hijo crezca, se han llenado muchas lagunas que hacen feliz a mi yo del pasado.
Brett narra su infancia y adolescencia hasta que Suede está en marcha y a punto de triunfar, y no es para nada lo que esperaba de mi ídolo musical. Tuvo una vida llena de penurias por falta de dinero,  y sufrió enormemente por el desamor y la frustración de la incomprensión en una sociedad británica decadente.
Me siento muy identificada en muchos casos...  Las cosas a las que le da importancia, la opinión sobre la ropa, sobre la gente. El sentirse siempre desubicado, en su barrio, en la escuela, entre la élite musical del momento... No le gusta estar con grupos grandes sino que prefiere pasar el tiempo en "petit comité". La inseguridad que dejaba intuir en sus frases, infravalorando su voz en los inicios y expresando el miedo a no estar a la altura. El ver siempre el lado bueno de las personas, la forma en la que describe cada situación, el párrafo en el que habla de la opinión de otra gente sobre ellos, como duele el que los demás no vean el todo y solo se enfoquen en chismorreos sin ser conscientes del daño que hacen, el dolor cuando alguien al que amabas fielmente te falla...

En el libro le veo sufrir, y sufro con él, le veo pasar vergüenza y frustración y yo la siento también, les veo triunfar, y me siento orgullosa, como si yo formara parte de la banda.
Y me encanta sentirme así, me encanta vivir con tanta emoción la vida de unas personas que significaron tanto para mi, aunque no les conociera personalmente.
Y después de saber todo lo que lucharon, todo lo que pusieron en el tintero para llegar a donde están...
Me siento muy feliz de que triunfaran y de que hayan podido dedicar su vida a la música y ser ricos y conseguir todo lo que buscaban, porque se lo merecen.
El libro en si... es difícil de leer, frases interminables y pomposas, repetición continua de adjetivos, párrafos enteros que tengo que volver a leer para entender lo que está intentando decir. Además de contar cosas de las que ya había hablado en capítulos anteriores, o de no seguir una linea clara de acontecimientos. Me voy a comprar el libro en inglés por si la culpa fuera del traductor, pero sospecho que no. En cualquier caso, no lo veo tampoco como un defecto, sino que este estilo narrativo le da mucha autenticidad al libro. NO es una novela, lo importante no es la forma, sino la historia que cuenta. Y la historia que cuenta... es grande.

P.D. El libro también me ha servido como lección de vida, para comprender que hay que perseverar, no perder la confianza en uno mismo y seguir mejorando. Tienes que centrarte en ti mismo y en lo que quieres, no acomodarse en el regazo del amor.
Y otra cosa importante: Para triunfar hay que trabajar en equipo.



martes, 3 de septiembre de 2019

Querida amiga psicopata

querida amiga psicopata,
Vas a conseguir en esta vida todo lo que te propongas, porque no tienes ninguna barrera moral autoimpuesta, ni te frenan los sentimientos ni el miedo. Todas tus metas son un camino recto sin obstáculos y vas a ser feliz toda tu vida, caiga quien caiga o muera quien muera.
Yo sin embargo, me encuentro frustrada por no ser lo que quería, pero claro... siempre tengo miedo a perseguir mis sueños, porque en mi vida juega el factor de la empatía, y siempre estoy pendiente de lo que piensan los demás y de cómo van a afectar mis acciones a segundos y a terceros. Cada paso que doy está sometido a factores que yo misma he creado y que son norma general en mi mundo.
Tanto sentimiento no me deja ser yo misma.
Y sin embargo... no me cambiaria nunca por ti.  Nuncaa querría dejar de sentir tanto. Todo lo que pasa a mi al rededor, el amor, el cariño, le emoción por la historia de un buen libro o una película... lo siento a flor de piel. Las lágrimas por pensar en la perdida de algún ser querido, lágrimas por sentir tanto aprecio, amor, admiración... es mejor que la más potente droga que jamas existirá.
Querida amiga psicopata, creerás que lo tienes todo en el mundo, y sin embargo... ay!  Cuanto te falta!

lunes, 26 de agosto de 2019

Crónica del Amber Swing 2019


Viendo por la ventana del avión como Gdansk se hace pequeñito me entra un poco de nostalgia, y es que este viaje ha sido una experiencia fantástica. 
Teníamos mucho miedo al principio, y la impresión de que nos estábamos metiendo en un mar lleno de peces más grandes que nosotros, pero... no íbamos a echarnos a atrás, y me alegro de no haberlo hecho! 
Hemos tenido que bailar con mucha gente distinta, socializar a la fuerza, y al hacerlo hemos conocido a gente estupenda y hemos visto otro mundo que sospechábamos que existía, pero lejos y fuera de nuestro alcance. 
Ya estoy pensando en repetir el año que viene, y prepararme durante todo el año para sentirme más segura en la siguiente edición y volver a vivir la experiencia al 100%

sábado, 17 de agosto de 2019

Good morning Torun

¿Cuando ha cambiado tanto la casa de la calle Zagonowa?
Poco a poco, de un adosado destartalado y viejo,  Krzychu y Annja han construido una mansión con jardín.
No le falta detalle. Cafetera inteligente, luces automáticas dentro de los armarios, fotos familiares cuidadosamente enmarcadas, flores, conservas, frutas y dulces, porche con sombrilla, columpios en el jardín...
Y más que dinero (que también) lo que han invertido aquí es tiempo y amor.
Justo lo que nos falta a nosotros.

viernes, 16 de agosto de 2019

Vacaciones déjà vu...

Empieza la que se supone que debería ser la mejor etapa del año: las vacaciones
Y sin embargo las comienzo con una sensación amarga, como si no me las mereciera. Mi vida en el último año ha sido un desastre y dos semanas por delante  me parecen poco para arreglarlo.
Y aquí en el aeropuerto, sentada en la puerta de embarque me pregunto:
¿Soy feliz? No
¿Me gusta mi vida? No
¿Hago algo para cambiarlo? No
¿Tengo ganas de hacer algo para cambiarlo? No

Pero al menos nos vamos, lejos, lejos, lejos, donde quizás los pensamientos no podrán perseguirme.

jueves, 1 de agosto de 2019

Agosto

Y de repente ya estamos en Agosto. Y este es un mes que significa mucho para mi, porque en Agosto cumplo años, y empieza la cuenta atrás para una nueva etapa, que además coincide con mi estación preferida, el otoño. Porque en otoño siempre hay cambios, aunque sean solo las drásticas bajadas de temperatura y la desaparición de los turistas en Benicassim.

Así que Agosto suena a preludio de algo bueno.

Y si me esfuerzo mucho y cierro los ojos, me puedo convencer a mi misma de que el mundo va a ser más bonito y yo seré más feliz. ¿Cuándo? Pues en Agosto...
¿Qué Agosto?
No lo sé, ya veremos...

sábado, 27 de julio de 2019

Diarios


Durante más de 20 años me dediqué a escribir diarios con todo lo que pasaba por mi cabeza. Desde los 14 años hasta hace bien poco. Los tengo todos alineados en una estantería de mi salón.
Supongo que cuando empecé a escribirlos tenía algún objetivo, pensé que algún día serían testimonio de una generación, que tendrían importancia para el mundo, como el diario de Ana Frank.
Ahora los releo y aunque no dejan de ser curiosos, están llenos de gilipolleces que no le van a interesar nunca a nadie. ¿Quien querría leer sobre las aventuras y desventuras de una persona mediocre? Entradas de cine con mis críticas personales, tickets  de conciertos de grupos ahora desconocidos, chicos que me gustaban, noches en vela intentando estudiar, preocupaciones, días inolvidables...Los episodios más divertidos son los de la edad de 16, 17 años. Durante la adolescencia las locuras que se te pasan por la cabeza pueden ser argumento para una comedia televisiva.
Hubo un tiempo en el que pensé que mis hijos podrían leer mis diarios algún día y así conocer mejor a su madre. Pero el universo es muy cabrón y parece que no me va a dejar ser madre en esta vida.
Así que estoy pensando que cualquier día de estos me hago una hoguera con ellos, y bailaré al rededor del fuego  bajo la luna llena para exorcizarme de mi vida pasada.
Y dejaré de existir, solo seré yo, ahora, y en el futuro.

martes, 23 de julio de 2019

Recuerdos sobre lealtad

Tengo un recuerdo muy claro.
Era muy pequeña, 6 o 7 años, y acompañaba a mi hermano mayor por el garage del cuartel cuando nos encontramos con otro guardia que llevaba un pastor alemán enorme, peludo, majestuoso. 
Le tiraba una chapa de Coca-Cola y el perro la recogía y se la devolvía. 
Mientras mi hermano y el guardia hablaban de sus cosas, yo me quedé con el animal y le tiraba la chapa para que me la devolviera. 
Cada vez la lanzaba más lejos, cada vez más rápido, y el perro seguía trayéndola y dejándola a mis pies.
No recuerdo cuantas veces le tire la maldita chapa. 
Es probable que más de cien.
Solo recuerdo que el perro al final jadeaba, y babeaba. La chapa llena de saliva pegajosa. Yo la recogía con un poco de aprensión, y se la seguía tirando pensando que el perro se estaba divirtiendo. Si no.. ¿por que seguía haciéndolo?
Le pregunté al dueño que por que seguía devolviendo la chapa si parecía que estaba cansado. 
Y el guardia respondió que la seguiría recogiendo mientras yo se la tirara, y no pararía hasta que se muriera, porque era leal y obediente.
Ósea, que no lo hacía porque quería sino porque se lo mandábamos nosotros. Yo era muy pequeña, y se me quedó grabado el sentimiento de lealtad del pobre perro , que daría su vida sin dudarlo por un estúpido juego.
Hasta la muerte. 
Y ahora de adulta, a veces me siento yo misma así, sufriendo pero aguantando. ¿Por qué? ¿Por lealtad? 
¿Que me fuerza a seguir recogiendo la chapa a costa de mi salud? Soy yo misma, solo yo la que decide seguir así, forzando la máquina  día a día, hasta la muerte.

domingo, 21 de julio de 2019

Juliet, desnuda



Probablemente porque me pilla justo en esta edad en la que el pasado parece una pesada piedra de la que no te puedes desprender, esta película me ha llegado al alma. 
Annie tiene cuarenta y se siente estancada en su vida aburrida y predecible. Y de repente un efecto sorpresa aparece y lo cambia todo. 
En novelas y películas es fácil introducir el efecto sorpresa y hacer que la vida de los protagonistas cambie. En la vida real por el contrario, son las personas mismas las que tienen que mover su pesada piedra para cambiar su vida. Y no es nada fácil. Los efectos sorpresas son caros de ver.
Me ha gustado mucho la historia, la he disfrutado, con su artista venido a menos, Ethan Hawke (no podía ser otro) con su pasado arrastras no dejándole avanzar, bloqueándole la posibilidad de ser de nuevo él mismo.
Cuando al final de la peli he visto que estaba basada en una novela de Nick Hornby, he pensado: "¡Estaba claro!" Creo que este hombre habla por toda una generación, un grupo de adultos que crecieron muy atados a la música, y no han conseguido engancharse del todo a la realidad de este mundo. Seguimos todos ahí, cerca de los 50, esperando... deseando ser estrellas del rock, algún día...




viernes, 25 de enero de 2019

Reviviendo Madrid

Poca gente lo sabe, pero cuando estaba cursando tercero de EGB destinaron a mi padre a Madrid, y allí que me fui a vivir en otro mundo más grande.
Nueva casa, nuevo colegio, nuevas amistades, nuevas aventuras... Aquelló duro solo un año y medio, en el que tomé mi primera comunión y realicé mi primer y único examen de Ballet.


Yo le echo la culpa a Madrid de mi falta  de cultura,  ya que allí perdí el hilo de mi educación, y nunca volví a recuperarlo. 
 Ahora, ya adulta, me doy cuenta de que posiblemente el nivel de estudios era más alto en el colegio de Madrid y me faltaban muchos conocimientos para poder estar a la altura.
Para mi fue una pesadilla. La niña nueva que entró a mitad de curso. Salí de Castellón siendo una de las más espabiladas de mi clase y llegué a ese maldito colegio como la más apardalada. No estaba al nivel intelectual de las niñas, y además mis compañeras eran malas, y remalas. Recuerdo querer encajar en ese mundo de pillaje y no conseguirlo. Había que ser dura, egoísta y despierta para sobrevivir.  Niñas de 11 años en la gran ciudad! que cabronas...
Iba al colegio con una sensación horrible de angustia, de no estar en mi sitio, de no dar la talla, estaba perdida y en soledad total, sobreviviendo cada día, viviendo los domingos con una pena terrible porque el lunes había que volver.

El día que salí de ese colegio sabiendo que regresábamos a Castellón y que ya no tendría que volver jamas, fue el más feliz de mi vida. Aquella tarde salí corriendo del colegio sin despedirme de nadie, y recuerdo el camino de vuelta a casa, esa tarde de Junio de 1986 saltando, mirando al cielo y respirando el aire a bocanadas, como si por fin me hubieran quitado una soga imaginaria del cuello. 
Hacía tiempo que no recordaba esa angustia. Me ha venido a la cabeza estos días, porque estoy sintiendo algo muy parecido en el trabajo. Lo estoy reviviendo todo como si volviera a tener 11 años. Mismo miedo, misma angustia por las mañanas, mismas ganas de llorar, mismas ganas  de salir corriendo y quitarme la soga del cuello de una vez por todas.