miércoles, 24 de octubre de 2018

I can’t get last night out of my head

El puente del Pilar fuimos a Zaragoza invitados a la casa de Moisés y Sandra.
La idea era hacer turismo rural y ver el ambiente en fiestas, que en realidad no me apetecía mucho. Por eso cuando Moises dijo que tocaban los Wave Pictures en La Lata de Bombillas me entró un subidón y no tarde en contagiar el entusiasmo. 

Había ya visto a los Wave Pictures en Castellón, y recordaba que era un grupo muy divertido con melodías pegadizas, así que cuando llegamos al local me apresuré a coger sitio cerca del escenario para poder verles bien. La Lata de Bombillas es un local pequeñito, con un mini escenario que apenas tiene dos palmos de alto, por lo que puedes ver a los artistas cara a cara mientras tocan. 
Para este concierto, había un grupo telonero con un nombre rarísimo. No tenía muchas ganas de ver pachanga y solo esperaba que acabaran pronto para escuchar a los Wave Pictures.

De repente, un jovencito alto, delgado, de pelo largo y enmarañado, con unos pantalones blancos subidos casi hasta la cintura, y camiseta metida por dentro, subió al escenario agarrando una guitarra acústica. Parecía parte de los hermanos Hanson, pero no tuve tiempo para más ideas preconcebidas porque nada más subir se marcó una nota con la guitarra y de su boca salió la voz más bonita que he escuchado nunca en directo. Fuerte, marcada, perfecta.... Elena y yo nos miramos. ¡¿Quien es este ser extraño y maravilloso?! Su nombre es Didirri, un veinteañero que viene de una pequeña ciudad Australiana, donde no hay mucho que hacer. Siendo joven optó por la música en lugar del deporte, y tras varios intentos en el mundillo, una de sus canciones llegó a la radio, y... ¡Alehop!

A cada canción, Didirri le hacía una introducción, explicaba la historia de la letra, siempre parte de su vida, y a quien estaba dedicada: a su ex-novia, a su madre, a su hermana, a su amor... y con cada canción se iba retratando a sí mismo, un alma pura, una persona sin maldad, transparente como el agua, inocente como un niño. ¿Como es posible que existan aún personas así? Mi primera reacción fue desear que la vida de músico y la fama que le va a aplastar muy pronto no le corrompan.

Didirri encandila con su voz y con sus letras. No pude dejar de sonreír durante las 6 canciones que nos regaló aquella noche. Su música tiene aún el toque de artista amateur, canciones que no salen forzadas, que son realmente fruto de la inspiración natural, esa que no tienes que ir a buscar, sino que está ahí, a flor de piel, como cuando éramos jóvenes y todo era descubrimiento y magia. Esa Magia... esa Magia.... ¡Dios como echo de menos esa magia!

Después del concierto repartió abrazos gratis y en su discurso de despedida explicó que quería dejar amigos por todas partes, para que luego, al volver de gira al mismo lugar, fuera como volver a casa.

Los Wave Pictures me supieron a poco. Y no me pude quitar a Didirri de la cabeza en toda la noche.

martes, 2 de octubre de 2018

Montaña rusa

Es curioso como antes no encontraba tiempo para nada y me parecía que el trabajo engullía mi vida entera. Y ahora... no dejo de hacer cosas y siempre encuentro hueco y energía para todo. 
Clase de idiomas, Lindy Hop, un vermut con los amigos, reunión del club del libro, película con palomitas y gominolas, visita a mis padres, Yoga, preparar el tupper para el día siguiente, salir a caminar, un baño en el mar...

¿Que ha cambiado? Es como si el reloj fuera de chicle y las horas se alargaran a mi antojo. 
Lleno mi agenda de actividades y tengo la sensación de que por fin mi vida tiene sentido. 
Estoy pasando por una buena racha y soy consciente de que he pasado ya por unas cuantas en mi vida, y que las cosas cambian... 

Suben y bajan como en una montaña rusa. Pero ahora estoy arriba, contemplando el paisaje desde las alturas, y el viento me da en la cara y me hace sentir inmortal. 

De la caída... ya me ocuparé más tarde.