Me gusta contar mi vida, poner fotos de lo que estoy haciendo y con quien lo estoy haciendo. Se solía llamar "egolog", complejo de estrella. Hoy todos sufrimos ese síndrome, hablamos de nosotros mismos como si fuéramos gente importante digna de ser escuchados.
Cuando empecé con mi blog online me daba algo de vergüenza hablar de mi misma en ese tono, como si lo que yo tuviera que contar fuera importante... pero pronto me han adelantado otros, todos, el resto del mundo, y aunque aun hay muchos que se resisten a sentirse estrellas, y mantienen sus facebooks y blogs bajo mínimos, los hay extremadamente explícitos. No lo veo mal, no los critico, de hecho disfruto del paisaje.
Cuando empecé con mi blog online me daba algo de vergüenza hablar de mi misma en ese tono, como si lo que yo tuviera que contar fuera importante... pero pronto me han adelantado otros, todos, el resto del mundo, y aunque aun hay muchos que se resisten a sentirse estrellas, y mantienen sus facebooks y blogs bajo mínimos, los hay extremadamente explícitos. No lo veo mal, no los critico, de hecho disfruto del paisaje.
Ayer cerré mi facebook, y aunque al principio pensé que mi yo interior montaría en cólera y haría un drama de ello, por el momento se ha levantado tranquilo y sereno. Me siento feliz de no saber nada de nadie. Por fin puedo vivir yo mi vida sin sentir que estoy observando por un agujerito la vida de los demás.
Todo empezó con unos dardos. Acerté tres veces seguidas en el centro y quise inmortalizarlo en Facebook con una foto. Mi amigo Kiko me lanzó una daga envenenada: "¿Por qué necesitas que todo el mundo lo sepa?" (Supongo que estaba algo amargado porque iba perdiendo). Pero el veneno hizo efecto y mi ego empezó a experimentar algo de "vergüencita". ¿Para que quería yo presumir delante de mis amigos y conocidos de haber hecho un triple tiro en el centro? ¿Para enseñarles lo buena que soy a los dardos? ¡Venga ya!
También es cierto que llevaba muchos años sin sentirme bien conmigo misma, sin gustarme en las fotos, y sin hacer vida social. Lo de exponerse con orgullo en el Facebook es relativamente nuevo para mi. Antes lo hacía en palabras, las imágenes las intentaba ocultar.
Volviendo a la historia. Después del triple centro salté de alegría y mi movil saltó conmigo pero en otra dirección. Cayó de canto y se quebró el cristal. No se si sería el alcohol o que llevaba mucho tiempo esperando que algo parecido ocurriera, pero no me afectó en absoluto. Se ha roto. Es un teléfono. No pasa nada.
El sábado por la mañana se lo llevé a mi hermano para que me lo arreglaran. Ha encontrado un sitio de confianza en el que van a dejármelo como nuevo por un módico precio, y llevo ya dos días incomunicada: sin Whattsapp, sin Instagram, sin llamadas ni mensajes ni pitidos, ni alertas ni alarmas. Y lo que podría haber significado un holocausto, de repente, se convirtió en una liberación.
La sensación fue tan buena que decidí hacer un doble o nada. ¡Ayer noche borré mi cuenta de Facebook! ¡Ole! No digo que no la vuelva a abrir en un futuro próximo. En el Facebook tengo una serie de contactos que he conocido a lo largo de mi vida, de los cuales no volvería a saber nada mas si no es a través de su muro de facebook. No quiero perder el contacto definitivo con el mundo. Pero ahora... tiempo...
Quizás vuelva a retomar regularmente esta plataforma de expresión personal, mucho mas sincera, mucho mas elegante y profunda. Y por fin escribiré otra vez para mi misma, sin reparos y sin miedo a ser expuesta a la masa, ya que cuento con una mano los buenos amigos que pueden estar interesados en leerme.
Por el momento la sensación es buena, liberadora y feliz. Veamos si la adicción al saber se presenta en unos días y me exige su dosis de cotilleo.