Los domingos antes de librar tengo una larga lista de cosas que quiero hacer en mi día de descanso. Pero llega el lunes y mi poder de decisión interno me juega una mala pasada. Siempre decido que no es el mejor momento y que mañana (u otro día en el futuro) es mejor para ordenar mi vida.
Hoy, en mi día de procrastinación, me he levantado tarde. Quería haber ido al gimnasio, pero tenía mucho cansancio acumulado que había hecho estragos este fin de semana. No he disfrutado de muchas situaciones únicas por el sueño que tenía. Así que dormir no era un mal plan.
Debería salir a comprar, fruta, verdura, pollo y algún pescado. Sin embargo he decidido que puedo sobrevivir por el momento con avena y frutos secos. El procrastinar es un arte.
Debería limpiar la casa, al menos me he engañado para poner un par de lavadoras, aunque tiene pinta de llover...
Aun no tiro la toalla, y creo que podré autoengañarme para salir a correr.
No se por qué, me he pasado la mañana acordándome de todos esos clientes que uno a uno responden lo mismo cuando les pregunto si tienen perro.
Unos responden:
-No, pero tengo mujer.
Y otros dicen:
-No, pero ya ladro yo
Y he pensado contabilizar las respuestas.
Luego miraré en su ficha cuál es su horóscopo.
Quizás haga mi propia tesina.
He cocinado avena y me ha salido fatal.
Cuando dejo el cazo de cocinar avena en el fregadero un par de días con agua, empieza a oler a fétido y toma todo un color verde fresco. Significa que es muy bueno, todo natural y sin conservantes.