Hace tiempo leí un libro de Paul Auster sobre las coincidencias en la vida, las cosas que milagrosamente se van conectando y uniendo gracias al destino.
Todos los días a nuestro alrededor tienen lugar estas pequeñas conexiones sin que nos demos cuenta. Hay que estar muy atento y ser muy sensible y creyente de esta religión de las casualidades para poder percatarse de esos milagros de la vida.
Muchas veces son auténticas sorpresas, otras veces son simplemente anécdotas sin importancia.
Hoy ha venido un cliente al que le ha ido todo mal desde el principio. Es un señor antipático, arrogante y maleducado (holandés para mas inri) que desde el momento en el que ha pisado el camping su mal karma le ha ido dando jarabe de palo. Me pregunto si el camping está rodeado por un aura de buen rollo que hace que la gente de este tipo, espiritualmente negativa, se vaya escarmentada.
Primero a pesar de haberles explicado que había que ir a pie a elegir parcela, han hecho lo que les ha dado la gana y se han ido con la caravana. Les explicamos donde debían elegir para los días que se quedaban, pero cuando han vuelto, resulta que la parcela en la que ya se habían instalado no era una de esas, y les a tocado moverse. Nos ha montado un numerito en la recepción y le he bajado los humos explicándole (en holandés) que no era el único cliente del camping y que debía hacer lo que le pedíamos.
La segunda parcela que eligen era demasiado pequeña.
En la tercera no podían ver la TV.
En la siguiente parcela nos viene a decir que no tenía luz (mi compañera les había conectado en el único enchufe al que le faltaba fusible). Les conecto en otro enchufe y como no estaban delante, me aseguro de que tienen luz con un tester.
Vuelve echo una furia diciendo que no tiene luz. Le digo muy segura de mi misma que si que tiene luz, y como se pone en plan borde le digo que no se preocupe, y voy con él hasta la parcela. Saco el tester y delante de él le muestro que tiene luz. Descubre que lo que no funciona es su cable. No tiene otro. Alguien le presta uno. El muy gilipollas intenta conectarse el mismo a pesar de que le dije que volvería en 5 minutos a conectarle. Hace saltar la luz un par de veces porque no se convence de que es su cable el que está roto. Los vecinos vienen a avisarnos de que no hay luz y de que el recién llegado está algo nervioso.
Por fin, alguien le presta un cable y todo parece calmarse.
Al final de la jornada, a punto de irme a casa, saco el listado de las llegadas de hoy para enviarlas a la policía. En el informe sale un error. De todos los clientes que han entrado hoy en el camping, unos 20 o 25, el error se econtraba en la ficha del afortunado holandés. ¿Coincidencia?