lunes, 29 de septiembre de 2008

Vicky, Cristina, Barcelona


Pese a la mala crítica, y a la primera impresión que me dió el trailer, la última de Woody me ha gustado mucho. A lo mejor en otras circunstancias, o en otro momento de la vida, mi opinión sería distinta, pero lo cierto es que el tema me impactó y yo le doy aprobado con buena nota.
Me hizo gracia la ambientación, ya que las dos veces que he visitado Barcelona este año no parecía ser la misma ciudad que en la película. Pero los lugares dependen de los ojos con los que se miran, y si Barcelona según Woody Allen es un sitio lleno de artistas bohemios, de gente adinerada y de guitarras españolas... quizás lo sea, bajo esa capa de turistas cutres, inmigrantes y gente normalita. Es curioso el paseo de Vicky por el parc Güell y la conversación que tienen en frente de la salamandra de Gaudí. Las dos veces que he estado allí había que hacer cola para bajar esas escaleras y había a todas horas gente alrededor de la figura esperando su turno para fotografiarse delante. Pero esa es la mágia del cine, que todo parece mucho mas bonito, como el Montmartre de "Amelie" modificado por ordenador para que no se vieran las pintadas y los grafitis.
Barcelona es un personaje mas, secundario eso sí, casi un extra porque no se le ve mucho. Pero suficiente, me parece a mi, ya que le da personalidad al film. No me imagino un "Vicky, Cristina Berlin" ó "Vicky, Cristina Pamplona" Barcelona y su historia le van que ni al pelo a los personajes (muy estereotipados) de Bardem, Penélope y las turistas americanas.
Dos cosas me sorprendieron de la película, la primera es lo mágico que resulta el equilibrio en el triángulo amoroso. Me sorprendí a mi misma aceptando esa relación a tres como algo perfecto para esos personajes a pesar de mi gusto por las normas sociales tradicionales. Y segundo, mi parecido con Vicky, la que le gusta racionalizarlo todo y labrarse una vida segura olvidandose de sus sueños por pensar que se alejan del camino de ladrillos amarillos.
Por otra parte está la frase que nos impactó a todos y que curiosamente sale del yanki superficial que dice algo así como que hoy en día se desprecian los valores normales, como la vida estable, el tener trabajo fijo, una casa, un marido... ser normal ¿no se lleva? pues como las tendencias cambian, creo que voy a quedarme en mi cómoda vida estable, esperando hasta volver a estar de moda.