Ayer llegué a casa a las 12 de la noche después de una jornada horrible en la que unos clientes me habían chillado (y yo a ellos) por culpa del parking de un coche.
El caso es que abrí la puerta devastada y con ganas de nada. Y Bartek me recibió con un abrazo, un bizcocho de nueces y manzana y un vaso de leche. Impresionante.
Cuando pienso que nada puede remontar mi alma, siempre está él.
Cosas curiosas. Fui al cine a ver "Los falsificadores" con Fernando. Hacía tiempo que le tenía ganas a esa película porque sale August Diehl, uno de mis actores preferidos. Y no estuvo mal. Tratan el tema del holocausto desde otro punto de vista, un pelín menos dramático que otras similares, pero que al fin y al cabo siempre es lo mismo: la masacre de millones de judios a manos de los nazis. Debe ser duro para las nuevas generaciones de alemanes el llevar una carga tan terrible a la espalda. ¿Cómo un país entero pudo sucumbir a tal locura? El mejor amigo de Bartek, Michal tiene una teoría muy curiosa sobre ello, pero no hablaré de esas cosas en mi blog.
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