Bartek y yo nos emperramos en comprar un tatami para dormir cuando empezamos a amueblar el piso. Lo elegimos tan grande como el suelo de la habitación pensando que sería lo bastante estable como para hacer vida encima de él. Desgraciadamente el armatoste resultó mas delicado de lo que pesamos y ocupaba el 90% de la habitación sin que pudieramos hacer otra cosa encima mas que dormir.
Llevamos unos días dandole vueltas a la cabeza lo de cortar la base y reducir el tatami a la mitad, y hoy... manos a la obra. Estabamos de humor y una cosa llevo a la otra y pim pam pum ya tenemos cama nueva y una habitación espaciosa.
El trozo de tatami que hemos extirpado lo vamos a usar de cabezal.
Nos falta decoración. Algo a lo que mirar mientras nos dormimos.
Eso si, nunca había visto tanto polvo y tantos bichos juntos. A saber cuanto tiempo llevamos conviviendo con las arañas y los pescaditos de plata. Debajo del tatami he encontrado generaciones y generaciones haciendo una fiesta, creo que podía oir la berbena y todo. Pues les he fastiado a base de bien. Ha sido un autentico holocausto, no se ha salvado ni uno.