El viernes fue un buen día.
Después de haber estado encerrada en mi misma toda la semana sin casi ver a nadie salvo a la familia, me decidí a salir de paseo por Castellón para hacer el tour habitual, librerías y tiendas varias. Quedé con Fernando para tomar un café. Buena conversación y buena compañía. Es algo que debería hacer más a menudo.
De vuelta con Bartek en el autobús había una chica sentada en frente de nosotros de unos 16 ó 17 años. No me fijé en ella hasta que después de un par de paradas entró un señor mayor en el autobús y se ofreció a cederle el asiento. El hombre le dió las gracias y dijo que no hacía falta. Las abuelas sentadas en frente empezarón a alabar su acción. "Ya no hay jóvenes como tú" y bla bla bla bla bla... Ella se limitó a levantar los hombros y sonreir inocentemente.
Quizás no lo sabe, pero es la esperanza de la nueva generación. El que haya aun personas como ella, jovenes, inocentes y educadas hace que se mantenga el equilibrio con la locura actual.
Mientras haya ángeles en la tierra aun se puede sobrevivir.