He pasado una transición bastante dura. Levantarme todos los
días pronto y pasar 10 horas asimilando información ha sido agotador. Durante
un mes he llegado a casa muerta y los fines de semana no era persona.
Para más INRI, la semana pasada me he encontrado llevando
los mercados de otras personas que se iban de vacaciones y el mundo se me ha caído
encima. He aprendido a base de bofetadas, y he tenido que ir sorteando todos
los obstáculos a salto de mata. Toda una aventura que me ha llevado al borde de
un ataque de nervios. La tensión se me salía por las orejas.
Ahora parece que empiezo a ver la luz.
No me cuesta tanto levantarme por las mañanas, ya no
necesito planear con antelación lo que me voy a poner, y disfruto mucho del
viaje de 10 minutos por la CV-21
entre montañas y bosques escuchando la radio.
La máquina de café de la oficina es maravillosa. Muele los
granos en el momento y prepara unos cafés largos aromáticos y deliciosos por
solo 30 céntimos.
Es otro pequeño placer de la mañana. Soy la primera en
llegar y me siento en mi mesa a disfrutar de mi desayuno mientras abro el
correo electrónico.
Luego empiezan a entrar pedidos y la mañana se pone en
marcha. Pim, pam, pim, pam y ya es la hora de comer.
En el comedor nos juntamos muchas nacionalidades distintas,
y la escasa hora que dura la pausa se hace muy amena. Tenemos catering de
empresa! Un menú entero por 3.50eur. Aunque la mayoría de las veces salimos a
comprar comida al Carrefour Express, y así nos damos una vuelta para tomar el
aire. De vez en cuando nos permitimos el capricho de comer en la Era Blanca , un
restaurante que hay muy cerca de la fábrica y que tiene menús caseros y sanos
por 8.50euros. La tarta de galleta está para chuparse los dedos.
La tarde se hace mas dura. Todos tenemos ganas de que
termine. Normalmente sobre las 18h algún ser celestial cierra el grifo de los
pedidos y dejan de entrar poco a poco. A última hora, te queda el tiempo
suficiente para rematar algunos temas, ordenar la oficina y comentar la jugada
con los compañeros. Eso… si no has tenido ningún problema gordo… entonces es
otra historia que no quiero detallar.
No hace mucho que ya no me siento un extra de “The Walking
Dead” al salir del trabajo. Ahora cuando llego a casa aun me apetece dar una
vuelta, salir de compras, tomarme una cervecita… incluso estoy pensando en
volver a correr.
Por las noches cena-picnik, una película de culto en mi
nueva Smart-Tv y sin terminarla, me quedo dormida.
Esta es mi vida por el momento.
Me quedo con los 10 minutos
en coche, mientras se levanta el sol escuchando algún clásico en Kiss FM, relajada
y nerviosa al mismo tiempo, preguntándome ¿Con qué lío me encontraré hoy?