domingo, 13 de mayo de 2007

Juguetes Maruja

Benicassim en mi juventud era el pueblo a donde ibamos a veranear, y tengo innumerables recuerdos de cuando era pequeña y paseaba con mis padres por la calle Santo Tomás. Los domingos subiamos a la iglesia para oir la misa y luego nos tomabamos un helado en los Jijonencos. Yo siempre le decia a mi padre "¡Vamos a ver a Escrich, por favor!" ¿Y quién era Escrich? Era un compañero de mi padre que tenía montada una juguetería en la calle principal, "Juguetes Maruja", que era el nombre de su mujer. Siempre que entrábamos recuerdo deleitarme mirando todos los estantes de la tienda mientras los dos Pacos (mi padre y Escrich) mantenían largas conversaciones, y yo encantada, soñando con poseer todas aquellas maravillas, Barbies, Nenucos, Barriguitas, Nancys y miles de cosas más, no me importaba pasarme horas allí. Casi siempre caía un regalo en mis manos, como el saco de la risa o una muñeca nadadora.
Cuando vine a vivir a Benicassim, hace ya más de 3 años, volví a ver a Maruja y a Paco muy a menudo, y en la puerta de su tienda hemos mantenidos muchas conversaciones, recordando viejos tiempos y contandome historias de cuando yo era niña. ¡Cuantas veces me contaría que fue él quien llevó a mi madre al hospital cuando yo iba a nacer el 28 de Agosto del 76! Mi padre estaba trabajando, y Paco Escrich se quedó esperando en el hospital hasta que yo estuve fuera, como un padre.
Los domingos en Mayo son para las comuniones, pero hoy yo he ido a un funeral. Paco Escrich se ha muerto, y ya no volveré a verle delante de su juguetería fumando un puro, ni me volverá a contar historias de cuando yo era niña.
La misa ha sido muy triste, y en el cementerio todos lloramos mientras lapidan la tumba. "Era un hombre estupendo"- le dice mi padre a otro compañero y entre las gafas veo como se le humedecen los ojos.