jueves, 30 de noviembre de 2006

El infierno de Stansted

Por fin puedo decir que he estado en Londres, si por Londres se entiende el aeropuerto de Stansted.
Aunque es un espacio reducido transitado por miles de nacionalidades, se puede oler a Gran Bretaña por todas partes, en las tiendas, cafeterias y màquinas expendedoras donde por cierto encontrè milagrosamente mi chocolatina preferida, Moro Bar, que allì llaman BOOST.
Lo mejor de nuestras 6 horas en Stansted fue la compañìa de Mariusz que vino a compartir con nosotros el Jet Lag y de paso nos diò los regalos de Navidad que èl y Miji habìan comprado para la familia. Nos despedimos en la puerta de emabarque prometiendole que volveriamos a visitarle.
Los controles fueron exaustivos, nos escrutaron a fondo y vaciaron nuestra mochila escaneando uno a uno todos los bultos, hasta tuvimos que quitarnos los zapatos y pasarlos por una màquina de rayos X. Solo faltò bajarnos los pantalones. Cuando llegamos al Duty Free despuès de tanto magreo solo nos apetecìa subirnos al aviòn. Nisiquiera el Starbucks o el Sushi-bar me llamaron la atenciòn.
Dentro del aviòn pasè las dos horas màs largas de mi vida. Llevabamos despiertos desde las 6 de la mañana y aterrizamos en Bydgosz a las 21:40pm.
Pero ya estamos aquì, con Mama, Kris y Babka, tomando Herbata y viendo Telewizja.