lunes, 4 de septiembre de 2006

Después del FIB

El recinto que usa la organización del FIB para la acampada resulta ser propiedad de nuestro camping. El día que terminó el festival aquello parecía un campo de concentración recién liberado. Los "fiberguays" abandonaron toda clase de cosas y se volvieron a la vida cómoda de ciudad. Había ropa, comida de todo tipo, latas y botellas de bebida, sillas, colchonetas, tiendas de campaña sin desmontar, revistas, papel higiénico, botes de laca y desodorante, toallas, sacos de dormir, zapatos de todas las clases y de todas las tallas, ropa interior, piezas de bañadores...Cómo si un cometa hubiera pasado y pulverizado a la humanidad.
Lo más curioso es que había pilas por un tubo, de todas las clases y tamaños. ¿Cómo podían haber agotado tantas en una sola semana? Ciencia ficción.
Para no tener que recoger todo, se decidió hacer una sesión de puertas abiertas, y los buitres carroñeros aparecieron por todas partes peleandose por los restos como si fueran rebajas. Un espectáculo lamentable. En unas horas no quedó más que la basura.
La foto está tomada al final, cuando ya no quedaba nada que valiera la pena. El expectáculo es desolador.
Después de ver el panorama, mi amiga Maido decidió subir a recoger pilas. Es muy ecologista y se negaba a dejar todas las baterias perjudicando poco a poco el medioambiente. Tardó dos tardes y llenó dos cubos enteros.
Es un hecho: Los "fiberguays" cagan pilas.