Primero fue el estado de alarma. De repente todo se cerraba, el trabajo caía en picado. Había incertidumbre y miedo. Me prohibí ir a ver a mis padres, me prohibí salir de compras, me prohibí salir. Punto.
En la empresa decidieron dejar que trabajáramos desde casa y de repente me encontré con un sueño hecho realidad. Quedarme en el bunquer de mi hogar para siempre. Durante un tiempo fui feliz. Empecé a comer bien, a hacer deporte en casa, a cuidarme, a meditar, a quererme de nuevo. MIs días estaban llenos de recetas de cocina, bricolage, videos de cuidados faciales y yoga. Aquello era un milagro, mi cerebro estaba en paz. Y miraba por la ventana y solo escuchaba el silencio de la naturaleza. Era como si mi más querido deseo se hubiera cumplido. El mundo entero se había parado y nos daba un tiempo para respirar tranquilos.

También he recuperado amistades y las he hecho más fuertes. La distancia nunca me había acercado tanto a la gente y me he encontrado con inmensas ganas de llamar a viejos amigos y saber de ellos.
Mi casa estaba limpia, y siempre he sabido, que tal como luce mi hogar, luce mi alma.
Hubo un momento en que todo eran cosas buenas...
Me costó darme cuenta de que había un lado malo. La economía y la política.
Mucha gente sin trabajo, sin saber lo que van a comer ese día. Familias enteras que no van a llegar a fin de mes.
Y un gobierno en pañales que parece estar jugando con nosotros, con una oposición que en lugar de ayudar y apoyar para guiarles en el camino correcto, se dedican a sacar más mierda, a acosar, a crear odio... Estoy viendo lo peor del ser humano en las redes y en las noticias...
Lo he visto en mi propia familia, que se ha resquebrajado un poco por ideales nocivos y odio visceral que ya viene implantado de serie. Imposible hacer razonar a la gente que no es capaz de ver más allá de lo que ellos quieren ver. La caverna de Platón.
Y el tiempo pasa, y lo que creo que es la mejor época de mi vida de repente se estropea y el cambio me golpea de lleno.
Volvemos a tener trabajo, pero con menos recursos, por lo que no me es posible hacer bien las cosas y me angustio. La ansiedad vuelve. ¡A la mierda el deporte y el comer bien! ¡Se acabo la meditación y la autoestima! De repente ya no es tan fácil quererse a una misma y lo único que quiero ahora es dormir y que llegue otro milagro parecido a este de la pandemia.
Pero con un final mejor, por favor. Esta vez quiero un final feliz.
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